En este último proyecto recibimos el encargo de intervenir un contenedor que un cliente utilizaba como trastero en su finca. El propietario estaba reformando toda la parte trasera de la vivienda y ya tenía lista una terraza acristalada con unas vistas muy cuidadas. El único elemento que desentonaba era el contenedor. Era grande, metálico y rompía la estética del espacio, así que nos pidió un mural que lo integrase en el conjunto.

La temática se decidió enseguida. El cliente tiene una conexión personal con el surf y siempre busca referencias al mar, así que propuso un paisaje de playa. Preparamos varias imágenes como posibles bocetos y las revisamos con él hasta elegir una escena concreta. Esa elección marcó la composición final del mural.

El contenedor contaba con una base de pintura específica para estructuras metálicas, muy resistente y adecuada para exteriores. Gracias a esa capa pudimos trabajar directamente con pintura plástica, que ofrece un acabado uniforme y duradero. Optamos por aplicar todo con brocha y rodillo, una técnica que permite controlar mejor los bordes, las transiciones y la lectura del paisaje desde distintas distancias.

La escena representaba mar, arena y cielo. Usamos una paleta sencilla, con tonos azules y colores tierra. Buscamos un resultado claro, sin detalles innecesarios, pensado para integrarse en la finca sin llamar la atención de más. Incluimos también una tabla de surf apoyada en la orilla, un guiño directo a la afición del propietario que daba coherencia al conjunto.

El resultado final cumplió el objetivo. El contenedor dejó de ser un elemento discordante en medio de la finca. Ahora forma parte del entorno, no interrumpe las vistas y añade un toque personal que encaja con la reforma que el cliente estaba llevando a cabo en la zona trasera de la vivienda.

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